martes, 18 de marzo de 2014

¿Les cuento algo?


¿Les cuento algo? Soy un niño. No es que sufra de eso que la psicología llama "Síndrome de Peter Pan", mi infancia eterna no es una condición patológica sino conscientemente escogida. Un día decidí que lo más bonito que hay en mí, lo esencial y verdaderamente importante, está conmigo desde mis más tiernos años.

De niño era flaquito, ya no lo soy. Me gustaba vestir formal, tanto que mi mamá me decía "señor chiquito". Ya no lo hago, prefiero la comodidad. Antes hablaba con muchísima corrección, ahora digo groserías al por mayor. Pero la verdad es que no he dejado de ser el mismo. Se ha modificado el cascarón, pero la yema, el núcleo, sigue y seguirá siendo el mismo.

Cuesta trabajo haber elegido ser un niño en este mundo. A mis 10 años dije: "nunca voy a tomar alcohol, ni tabaco ni voy a usar drogas". Pero caí en la tentación del alcohol, el cigarrillo y las drogas, aunque me mantengo alejado de las drogas desde hace más de un año. Era el freak que en las fiestas siempre andaba con mi botellita de trago, mi paquete de cigarros y no falta el alucinógeno, algo que ha cambiado en los últimos años.

Cuesta trabajo mantener el corazón abierto a la ilusión, ya ha estado a punto de rendirse ante la tentación de volverse adulto varias veces. Soy un niño en el sentido de que me gusta enamorarme y entregarme con ojos niños, pero tengo la madurez de ser congruente, de aprender de los errores, de reconocer patrones y desterrarlos, de convertir el dolor en enseñanzas.

A veces me pregunto si alguien quiere lo que yo. A veces odio haber nacido homosexual. No porque no acepte lo que soy, sino por el entorno en el que uno casi sin opción se desenvuelve. Porque aunque algunos digan buscar amor y cosas estables, finalmente sacan el cobre y prefieren otras cosas, lo inmediato, lo barato. Y como siempre, lo barato sale caro. No hablo por todos, pero es muy difícil encontrar gente congruente. De verdad hubiera sido más sencillo encontrar a una mujer, cumplir mi sueño de casarme, tener hijos, ser una familia, dedicarme a hacerlos felices.

Pero nací como soy y los de mi especie no buscan lo mismo que yo. Entre parejas abiertas, tríos, infidelidades, rumba, drogas, poses, el culto al cuerpo, la manía por ostentar, el delirio por vestir bien y la necesidad de criticar y destrozar al otro, me siento excluido de mi propia manada.  A veces me pregunto si alguna vez tuve manada, o si existe.

Hace unos años me rompieron el corazón. Él que me decía que nunca me iba a engañar, que él "nunca había sido infiel", que no me preocupara por eso; él que parecía tan diferente a los demás resultó igual. Lo encontré entrando a redes sociales que por lo general son usadas para sexo casual y mandándose fotos en Whatsapp con un tipo que contactó. Algunos dirán "no era para tanto". Yo creo que la deslealtad es el verdadero problema. Uno no toma acuerdos en pareja para después romperlos, sobre todo cuando su pareja literalmente le daba todo, incluyendo libertades, siempre con una sonrisa y ganas de hacerlo feliz.

A veces me pregunto si realmente existe ese otro para mí. Ese que sólo quiera ver película los fines de semana conmigo, el que crea que es más bonito salir a tom
ar una cerveza que salir a empeparse o fumar marihuana, el que un día me diga que quiere pasar el resto de su vida conmigo. Pero he decidido creer y yo sabía que no iba a ser fácil, sabía que sostener estas creencias me convertiría en una especie de salmón que toda su vida nada contra corriente.

Si estás leyendo esto es porque eres importante para mí y que quiero que lo leas, por favor, pon atención a estas letras, amor de mi vida: no soy un mal chico. Estoy tatuado y tengo perforaciones y ahora estoy sin trabajo, pero eso no significa nada. Soy un niño crecido. Seré feliz si un día me invitas al cine a ver una película cursi y me regalas una flor. Si descubres mis secretos más oscuros y delicados lloraré a mares, pero será de felicidad, porque ese día sabré que realmente me conoces.

Hey, si estás leyendo esto: no tengas miedo, soy bueno. Nunca te voy a traicionar. De mí no tienes que temer. Fui un niño que creció muy solito, por eso aprecio una compañía sincera y no sería capaz de defraudar la confianza. Quiéreme. Yo me voy a dedicar, con toda la fuerza de mi corazón remendado, a hacerte más feliz de lo que nunca hubieras imaginado. Aquí te espero.


Atte: Pipe, el que decidió ser un niño eterno, el que está marcado por el significado de su nombre: "creativo, sensible y egocéntrico. Con los demás es simpático, comunicativo y amable".

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