martes, 29 de abril de 2014

Victima del catfish.



Y no, no le estoy haciendo publicidad a MTV, ni más faltaba, les voy a contar una historia de alguien que fue víctima de algo que ya se conoce popularmente como “catfish” y que no solo él fue víctima si no también indirectamente yo y ya se darán cuenta porque.

Esteban era un niño de apenas 17 años cuando por medio de Facebook conoció a Camilo Zchultz que inmediatamente llamaba su atención, Camilo de procedencia alemana pero residente en Medellín, hablaba con Esteban todos los días, antes del colegio, después del colegio, en cada momento que tuvieran la oportunidad, porque en aquellas épocas no contábamos con los iPhones, Galaxys, tablets y demás aparatos tecnológicos con los que gozamos hoy en día, de poder hasta en mi caso escribir este blog desde mi celular.
Camilo que vivía con su madre que era una reconocida psicóloga de la ciudad, su padre que era cirujano plástico, y su hermana menor de 12 años, encontró en esteban un apoyo ya que sus padres no aceptaban el hecho de ser homosexual, al igual que esteban, eso ayudó a que los dos construyeran una gran amistad que rápidamente fue cambiando a un romance de Facebook, los dos se contaban sus problemas, el cómo Camilo intentaba que lo aceptaran en su casa y Esteban sus inseguridades por no tener el cuerpo perfecto y la cara de portada de revista.

Camilo había invitado a Esteban a su casa para las vacaciones, para conocerse y para que conociera a su familia a lo que Esteban sin duda aceptó ya que ellos llevaban ya mucho tiempo manteniendo esta relación a distancia, Camilo lo invitó a la finca de su familia que quedaba a las afueras de la ciudad, a partir de ese momento Esteban solo esperaba ese día, el día en el que iba a conocer al que él pensaba que era el amor de su vida, de un momento a otro Camilo desapareció sin dejar rastro alguno, tres meses después apareció diciéndole a Esteban que había tenido que abandonar el país y que estaba en Alemania, Esteban estaba en ese punto en el que uno no sabe si ya superó ese amor o aún sigue siendo un machucón en el dedo escuchar su nombre.

En esos días un amigo de Esteban de Medellín le escribió al Facebook, advirtiéndole que la persona que él creía conocer no existe, o bueno si existe pero no era el con el que hablaba, que la persona real se llamaba Felipe Granada, ósea yo, y que todo era un engaño, Esteban pues como cualquier persona se sintió usado y engañado.
Y yo por mi parte no puedo creer el desocupe de alguien para crear un perfil falso con fotos mías, enamorar a la gente (cuando yo difícilmente lo hago) y seguir por ahí como si nada.
Señores no crean en amores de internet, eso no existe, difícilmente se puede construir hoy en día una relación con alguien cogidos de la mano, para que ustedes anden creyendo en cualquiera que les jure amor eterno y sin siquiera conocerlo.

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